jueves, 12 de julio de 2012

Rojo al sur del Albayzín

Las rejas desfilaban por encima de sus ojos. Había perdido.

Era consciente de que debía estar despertando de un letargo producido por algún tipo de droga, apenas si podía levantar los párpados y le ardían los labios.  Aún así, estaba sorprendentemente cómodo. ¨Ya me dolerá luego¨ Pensó arrugando la nariz y ordenando sus pensamientos.  


Pero todo en su interior era lento y frágil, como un barco de papel en un estanque. Abrió un poco mas los ojos y vio las rejas, acercarse y alejarse como si fueran a golpearlo y se arrepintieran en el último momento. Estas eran viejas, no como las otras, algunas estaban oxidadas, o retorcidas. Detrás había una pared blanca decorada con tapices de colores. O alfombras. El blanco brillaba como si en vez de los fosforescentes de una celda estuviera reflejando el sol. Los colores se movían. 

Flores, luces, voces, agua. Las rejas de las balcones y el blanco desconchado. Un mercadillo. El mismo cayendo de una torre. 

Arañó la tapicería del coche. Estaba atado. 

Sabía exactamente donde estaba y a dónde iban y quizá hubiera preferido despertar en la cárcel.