domingo, 26 de agosto de 2012

Minor Swing y co.

Estoy escuchando una banda sonora magnífica. Ahora mismo suena una melodía triste que me sugiere una noche de invierno y  una mirada melancólica hacia una ventana, hacia un hogar donde arde un cálido fuego en una chimenea. En su repisa hay una bola de nieve que es una réplica perfecta de la tormenta de fuera. La persona que mira se siente sola y perdida, podría entrar, no quiere y al final se sube el cuello del abrigo y continua su marcha. Ahora mismo suena una parte en la que, por mucho que libere la imaginación, siempre me imagino una olla llena de chocolate derretido. Tiene un punto sugerente entre libidinoso y tierno que no sabría explicaros documentos queridos.

O si, y me da cierto reparo. Nunca lo sabréis.

Antes de eso estaba pensado en ese vuelco que sientes en el estómago cuando ves a esa persona que te gusta. Lo miras de refilón y ahí esta, sonriente, haciendo el tonto, y ¡ay! notas un ligero temblor en el estómago y un inmediato subidón de adrenalina. A mi se me nota mucho más de lo que honestamente me gusta admitir.  Oportunamente me he rodeado de observadores poco avispados. Casi todos.

Pero hay días que el vuelco es un poco distinto. Ojalá tuviéramos un medidor en la palma de la mano que nos dijera exactamente lo que sentimos en cada momento por una persona con solo señalarlo. A mi personalmente mis emociones me llevan de cabeza. Y estoy segura de que el resto de mortales no anda muy lejos, porque cuando alguno me suelta, así a bocajarro y sin venir a cuento que espontáneamente siente X o Y hacia Z me parece que trata de convencerse a si mismo. O es eso o es que yo soy especialmente lenta para los sentimientos, fenómeno que sospecho desde hace tiempo. Amor, odio, cariño, rencor, indiferencia, admiración, tristeza, ternura o asco. Y a ser posible graduado del 0 al 12. Así tendría una estupidez menos en la que pensar y podría dedicarme directamente a cuál es el origen del universo.

Imaginemos que, por ejemplo, tu estás absolutamente convencido de que desprecias a alguien y lo que ocurre en el fondo es un amor7 mezclado con rencor11 y tristeza4.  Por mi experiencia y la de mis fiables contertulios este caso en particular sería muy frecuente. Lo señalas, lo ves en el emocímetro -por ejemplo- y corres a casa a escribirlo en tu diario de pelo rosa.

O quizá en un buen día me cargue el emocímetro en un momento de especial afectación. Mejor no, no sería un buen invento, me daría miedo que alguien lo leyera si me despisto encendiéndome un cigarro o arañándome el esmalte de las uñas. A ver que digo entonces, con lo volátil que soy. Y pensándolo mejor, todo sería mucho menos divertido.










jueves, 16 de agosto de 2012

Sala de espera.

Una de las muchas cosas buenas que tiene el escribir para uno mismo es que te das cuenta fácilmente de cuales son los temas estrella en tu pensadero. 

Hoy me importan ciertas personas que me rodean y a menudo me sorprendo pensando en ellas. Ya he hecho algún que otro cálculo mental para averiguar cuando saldría de cuentas una amiga y de que horóscopo sería el niño o niña -que en realidad no tiene importancia, es simple curiosidad- también he estado pensando en que si es chico habrá que comprar un montón de ropa nueva y luego me he reprochado el pensar que deberíamos regalarle un balón. Toda la vida diciendo que los niños pueden jugar con muñecas y las niñas con camiones y mi subconsciente me traiciona al menor despiste. 

En otro momento he estado pensando en una amiga que es enfermera, quizá porque estaba en el hospital. ¿A ella también le darán escalofríos cuando pincha a alguien? A mi me calambrea el brazo entero y se me queda cuerpo de gelatina derritiéndose. He imaginado que no, sería un problema gordísimo. He pensado varias veces en el Burn y en un simpático grupillo al que inevitablemente relaciono con él. 

Cuando estoy sola y le doy vueltas a la cabeza pienso mucho en la raza humana en general. Cuando no pienso en la gente y despiezo sus comportamientos como si fueran legos me sumerjo en alguna movida metafísica profunda como el origen del universo, los ornitorrincos o que habrá detrás de la nevera. 



No suelo pensar mucho en el futuro lejano pero hoy ha asomado varias veces por mi cabeza como un gato merodeando inquieto. Que impertinente futuro lejano, no quiero saber como será cuando llegue con la lata que me esta dando ya. Y que escribir de la familia, no sé como puedes enfadarte tanto y tan a menudo con personas de tu misma sangre. Yo diría que creo, pero en realidad estoy segura, que los enfados que tengo son directamente proporcionales al cariño. Mi cabezahuevo no entiende, angelico, que cuando  intento estrangularlo es una forma de decirle que le quiero. 

Si me detengo en esto, y puedo detenerme porque hoy los quehaceres van a tenerme en vela, la familia es una cosa curiosa, por lo general los acabas queriendo de cualquier forma, no son como los amigos, o la pareja, que los eliges. No tengo hermanos -y me hubiera gustado, parte de mi excéntrico comportamiento lo debo a horas y horas jugando sola en casa hablando con los peluches- pero me he fijado en tienen ciertas pautas. Quejarse, discutir, defenderse, ayudarse, picarse, protegerse gritarse y volver a enfadarse. 

¿Entonces discutir que es? ¿Bueno o malo? 

Será como todo en esta vida. Todo a la vez. 

lunes, 13 de agosto de 2012

I hope you don´t mind...

Pero me corrijo, por ahora. Mi gata ha apoyado la cabeza sobre mi pierna y ha bostezado.  El respira pacíficamente dormido en el cuarto. Me gusta cuando me mira con esos ojos verdes entreabiertos por la mañana. Estoy hablando con un amigo de esos que te inspiran impulsos homicidas que son los que a mi me gustan. Mundo bueno. Mundo bonito.

Por ahora.

Una noche tonta la tiene cualquiera.

Sin ninguna duda, es de una estupidez incalculable. Una soberana gilipollez.

Queridos documentos de Word, se me queda pequeña la hoja, la memoria y la música. Quizá ahora pruebe con algo instrumental, algo con violines del estilo Requiem for a Dream. O más típico incluso.

No me duermo. Por qué no me duermo. Me tumbo. miro al techo y el circo de genialidades que se agazapa en lo más profundo de mi subconsciente sale a pasear como llamado a filas.  Mi gata duerme. Pablo duerme. Todos ellos ponen la oreja en la almohada y a los 5 minutos se quedan sopinstant. Me pudro de la envidia aquí, perdiendo el tiempo hablando conmigo misma. 

Si tengo problemas me desespero, si no los tengo me inquieto, si tengo pocos los magnifico, y si tengo alguno gordo me asusto. A veces me siento sola,  a veces la gente me sobra y me aburre. Me duelen los hombros y las muñecas cuando tecleo. Solo me apetece escribir. Queridos documentos de Word, no quiero un abrazo, ni una canción, ni un saludo. Solo quiero que las letras salten sobre el blanco como si vinieran de muy lejos, una detrás de la otra, como hormigas saliendo de un hormiguero en fila de a uno hasta que pongo el siguiente punto y a aparte.

Si no hubieran inventado el surrealismo el siglo pasado pensaría que estoy desequilibrada.

Que por cierto, nunca se es lo demasiado racional, acabo de calcular mentalmente en que pico hormonal de mi ciclo femenino me encuentro. Irrelevante. 

Ahora estoy calculando el número de cafés del día. Dos. Insuficiente.

Ningún golpe emocional en lo que va de día. O de cualquier manera ninguno que me quite el sueño. 

Me tomo un sobre de hierro. 

Mejor. 

Yo se que todo el mundo debe sentirse así a menudo, pero lo deben llevar a escondidas los muy cabrones. Deberían crear un club o algo así, lacomeduradetarro.org, por ejemplo. Es una putada, así, como lo he escrito, que la gente sea tan normal, tan dócil y tan pacífica con las imposiciones de la realidad. Es un asco que no utilicen la imaginación, es tan asquerosamente normal que me pudre el ánimo. 

Que si, que hay problemas mucho mas gordos. Pero este es mi reino y aquí vengo a quejarme yo. De crisis y recortes ya se habla todo el puñetero día y, por qué negarlo, la política es de lo más aburrido que han inventado. Con mucha diferencia. Si hubiera unas olimpiadas del aburrimiento la política actual -y eso que la inventaron los griegos, que eran gente muy cachonda- no tendría ni que despeinarse para subirse al podio. 

¿A nadie le ha pasado que se aburre aún cuando no tiene tiempo para ello?  Te levantas, haces cosas, te acuestas, te vuelves a levantar, haces mas o menos las mismas cosas -con ciertas sutiles diferencias- te acuestas. Que decir que un día te mueres. Si, todos. No miréis para otro lado. To-dos. 

Y no voy a entrar en temas más trascendentales que me pierdo.

Y eso que yo estoy satisfecha con mi vida, pero me da miedo, por ejemplo, levantarme por las mañanas e ir en metro a un trabajo aburrido de gente gris hasta las cejas de café. Tiemblo de pensar que algo podría diseñarme para venderme al por mayor con corbata y todos los accesorios. Y eso que soy mujer.
Comer habrá que comer, me digo a mi misma, y a la gente normal les gustan sus trabajos. Los que los tienen de hecho se sienten afortunados -no, no voy a entrar ahí, casi caigo- y muchos se sienten realizados. Encuentra algo que te guste. Haz figuras de plastilina, pon de moda el macramé, ponle un palo a algo, promociona, vende, soluciona, rellena papeles. 

Mi alter diurna me va a dar de palos mañana por la mañana por esta sarta de estupideces.