Que os contais documentos queridos.
No mucho, imagino, habréis estado aburridos sin mi. O aliviados.
O intercambiando jugosa información que varía de año en año, o de mes en mes. O que el jueves juré algo que incumplí el lunes. Documentos chivatos. Seguro que os lo pasáis muy bien comparando y despedazando mi vida y la de todos mis amigos desde el 2006.
Lo que os decía. Estoy hablando con un amigo, que me esta hablando sobre otro amigo con el que se ha enfadado. Tengo desarrollada una gran teoría sobre las amistades. Folios y folios. Si tuviera que hacer un resumen de mis, ponte, 10 años dándole a la tecla, más de la mitad serían disertaciones de la amistad o relacionadas con ella.
Este es un caso comunus vulgaris de amistad estrecha que salta por la mas reina y soberana estupidez. El roce hace el cariño pero también crea la chispas. Tu no te mosqueas igual con un amigo de toda la vida que con el hermano de tu compañero de trabajo con el que juegas al fútbol un viernes al mes. Ese amigo de toda la vida es muy parecido a tu novia. Ese amigo de toda la vida puede sentirse desplazado, celoso y desatendido. Como tu novia.
Así que si, podríamos decir que tienes una versión con barba y 10 kilos mas que tu de discusiones a la carta que no te puedes tirar. Si eso, una cervezas o una play de reconciliación. Como mucho.
Que no te engañes, nadie discute por nada. Ni siquiera las mujeres lo hacemos y eso que estamos sometidas a brutales vaivenes hormonales. Si te gritamos es o porque no nos gustas, o porque no deberías gustarnos.
Pero volvamos a ese amigo tuyo. Una relación es mucho, muchísimo mas difícil de despiezar que un reloj, así que vete a saber cuál es la tuerca que ha fallado. Algo que le dijiste antes de ayer o algo que hiciste hace tres años. ¿Te acuerdas de tu novia, o ex novia, otra vez? Te creías a salvo¿Verdad?
Pues no. Mujeres y hombres. Hombres y hombres. Mujeres y mujeres. Un jaleo delicioso. Ya he dicho alguna que otra vez que nos enfadamos mas cuanto más queremos a alguien. Si no, lo oportuno es que a los 5 minutos de la discusión nos la acabe pelando. ¿Te imaginas no discutir nunca? Yo no. Todos abrazados y diciéndonos cosas bonitas con sonrisas dulces y ojos brillantes. Que mal rollo. Que no.
A ese amigo, si le cayeras mal de verdad, ya te la habría jugado de otra forma un poco más eficiente que discutir por quién se comió el último trozo de pizza. Si es que siempre habla de mis relaciones, de lo que hago y de como me peino. Pues de algo tiene que hablarte al final, hombre, que después de varios años la conversación se acaba.
Y hay gente que se aburre un cojón de mono, a veces más que yo, pero eso es queridos míos un tema del que hablaré cuando tenga tiempo y que titulare ¨ Vamos a rajar de alguien y así ya de paso me siento mejor con mis asuntos¨.
La conclusión es que se discute con lo que se quiere de una u otra forma. Lo que no se quiere se ignora. Palabra de años de documentos perdidos en un mar de sinsentidos. Y a remar.