sábado, 15 de junio de 2013

Nuestro oscuro y podrido corazón.




Si es que nunca me han caido bien los buenos. Esos heroes literarios tan íntegros, tan nobles y tan planos que encaran los acontecimientos resistiendo todo tipo de reveses y tentaciones. Mártires todos al final de la historia, vivos o muertos. 

Últimamente los escritores han caído en la cuenta de que lo suyo es que mueran, porque en este cochino pero maravilloso mundo el que va con la verdad por delante  y las manos abiertas dura dos pausas publicitarias. Al que es bueno se le ve a distancia, como los leones ven al antílope cojo y aceleran en su dirección relamiéndose de gusto.

Con esta documental comparación no he querido decir que ser bondadoso sea  solo una debilidad, porque tiene tanto de debilidad como de fortaleza. Lo que he querido expresar mas bien ha sido que, por mucho que nos creamos al margen de todo bicho que respire, se reproduzca y se alimente atribuyéndonos una altura moral que no nos merecemos, solo somos una evolución mas capaz de los mismos.

Y nuestros instintos básicos ahí están, imperturbables, riéndose hasta llorar de nuestro pacto social, de la democracia, de la filosofía y de todo lo que inventaron los griegos. Y no siempre son malos aunque las mas de las veces pasen por el ¨o tu o yo¨.
Por eso también quiero decir que la maldad como yo la tengo entendida no es maldad si  tu sistema límbico esta tocando al son que debes bailar.

¿Tan evolucionados estamos que sabemos lo que esta bien y lo que esta mal? Podemos empaparnos con todo el saber de las leyes y los códigos y encontrar en ellos una base, pero no podemos olvidar que somos gregarios y que no hace tanto la discriminación racial, la esclavitud y la poligamia era algo comúnmente aceptado, tolerado y por lo tanto, bueno. ¿Y era bueno? Pues digamos que si, que nuestos ancestros pensaban que si. Entonces ¿Es buena toda convención social a dia de hoy, en pleno siglo XXI? Si. Por supuesto. En el siglo XVII creían que en la Alta Edad media eran todos unos salvajes.

Quizá dentro de 200 años se hable de los que estamos haciendo  con nuestra correcta  y ejemplar  desidia y se echen las manos a la cabeza. Con respeto al medio ambiente por poner un ejemplo. Por poner un ejemplo fácil.

Tras  todo este discurso nietzschiano  que os he colado deduzco que todo pequeño acto de maldad  podría justificarlo.  Y podría también aburrir a las ovejas haciéndolo.  Pero no, no hay manera.

 No siento ningún tipo de placer ni de liberación.  Y no creo que llegue nunca. Puedes arrepentirte mil veces de una decisión que tomas todas las mañanas.  Puedes olvidarte de que el ¨Y si…¨es una daga que llevas clavada a la espalda. Puedes alimentarte del  brillante veneno que recorre las venas de la virtud.

Es la amarga recompensa de mi oscuro y podrido corazón.