Me balanceo en una bruma conocida, la que precede al sueño pasadas las 4 de la madrugada. Paseo por una ciudad desierta que respira despacio, adormecida ente luces anaranjadas y halos de vapor. Aquí estoy mas cerca, casi en la frontera, de ese mundo al que viajamos al dormir y que refleja quienes somos y que queremos en realidad.
Casi puedo tocarlo con las yemas de los dedos. Esta ahí, en alguna parte , en el frío que me muerde las mejillas o en el olor a tierra mojada y a humo. Aprovecha para susurrarme ideas que siempre son absurdas bajo el sol, entre café y café, cuando los sueños no son más que recuerdos de una película que vimos siendo niños.
Siento un extraño cosquilleo en los labios.
Ya sabía yo que la rubia me la iba a jugar, he contado cuatro veces un chupito mientras me llenaba el vaso. José Cuervo, dorado y letal. Y yo siempre me lo bebo rápido para que no se le vayan las vitaminas.
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