¿Nadie se había dado cuenta de lo cómodo que es contarle tu vida a una pantalla? ¿Que es lo peor que puede hacerme? ¿Parpadear con indiferencia? Años de maltratar documentos de texto y ahora me doy cuenta de una de sus principales ventajas, y es que por muy insípidas que sean tus divagaciones no va a saltar una pantallita para decirte ¨Déjalo. Ni lo intentes. Aburres a las ovejas¨.
Mis comprensivos y siempre dispuestos documentos de word... que haría yo sin ellos.
El caso es que escribir en el fondo es como hablar con uno mismo, decirte que estás triste, emocionado, nervioso o que se te ha ocurrido una idea brillante que intuyes que acabará en desastre. Todo se resume en teorías, vivencias, dolores, disertaciones, frases sentenciosas o referencias del imaginario personal de cada uno sobre un grupo de música, un personaje, o una película de la infancia. Seguro que no estoy diciendo nada nuevo, pero me he parado a pensarlo y es definitivamente pasmoso. En estos momentos lo que estoy haciendo es conversar conmigo misma, oigo mi voz en algún lugar de mi cabeza, con su banda sonora correspondiente de fondo.
Linkin Park, pero no hace falta ni que la escuche. Mi cabeza ya se encarga de ello, la memoriza y la resproduce con fidelidad sin variar una sola nota. Es lo que pasa cuando tienes un repertorio repasadísimo y selecto, que a ratos tu imaginación se cree un ipod.
Peor fue la fase en que tenía la banda sonora de Hércules al completo. A todas horas.
A lo que iba...
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