lunes, 24 de diciembre de 2012

El fantasma de las navidades pasadas.




Todos los años ponen alguna película como la de la foto... y algo se remueve en la memoria. ¨Pórtate bien y déjanos comer o los Reyes no te traerán nada¨ ¨Si seguís jugando así acabaréis llorando¨ ¨Os he dicho muchas veces que las cajitas de la abuela no se tocan¨ ¨Si construís un fuerte con los cojines haced el favor de dejarlos luego donde estaban¨ ¨Os voy a poner Mary Poppins y luego a comer¨

Y luego un abrazo en la cintura. Y una flor de geranio que caía por la ventana cuando me alejaba por aquel estrecho callejón. Ya no están ni podrán estar.


Aquellas eran noches de luces, de vapor y de manos temblorosas. Cuando la ilusión de ser niño era algo inagotable e incomprensible. Los reyes viajaban desde oriente y volaban sobre el mundo amparados por la oscuridad y el sueño de los niños. Cuando el amanecer te sorprendía abriéndose paso por las ventanas y luego por las paredes con esa luz fría y cegadora de diciembre. Cuando compartías ese secreto de imaginación e incertidumbre que solo los niños podíais entender y que os separaban de los adultos. Cuando todo era posible, en cada esquina, en cada patio, en cada pedazo de césped... en la tierra, en los estanques, en tus novelas de guerras antiguas, de ladrones, de hechiceros.

Cuando eras inmortal.

Las navidades solo se viven de esta manera cuando eres niño. Los adultos estamos enfermos de realidad y de prisas. Quizá si forzamos la vista podamos ver como antes... o quizá no. Quizá por eso no nos dijeron que al crecer estaríamos malditos.

Por eso, la navidad es de los niños. Y el relevo es nuestro. Debemos conseguir que lo vivan con la misma magia que lo vivimos nosotros.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Las amistades peligrosas.


Que os contais documentos queridos. 

No mucho, imagino, habréis estado aburridos sin mi. O aliviados. 
O intercambiando jugosa información que varía de año en año, o de mes en mes. O que el jueves juré algo que incumplí el lunes. Documentos chivatos. Seguro que os lo pasáis muy bien comparando y despedazando mi vida y la de todos mis amigos desde el 2006. 

Lo que os decía. Estoy hablando con un amigo, que me esta hablando sobre otro amigo con el que se ha enfadado. Tengo desarrollada una gran teoría sobre las amistades. Folios y folios. Si tuviera que hacer un resumen de mis, ponte, 10 años dándole a la tecla, más de la mitad serían disertaciones de la amistad o relacionadas con ella. 

Este es un caso comunus vulgaris de amistad estrecha que salta por la mas reina y soberana estupidez. El roce hace el cariño pero también crea la chispas. Tu no te mosqueas igual con un amigo de toda la vida que con el hermano de tu compañero de trabajo con el que juegas al fútbol un viernes al mes. Ese amigo de toda la vida es muy parecido a tu novia. Ese amigo de toda la vida puede sentirse desplazado, celoso y desatendido. Como tu novia. 

Así que si, podríamos decir que tienes una versión con barba y 10 kilos mas que tu de discusiones a la carta que no te puedes tirar. Si eso, una cervezas o una play de reconciliación. Como mucho.

Que no te engañes, nadie discute por nada. Ni siquiera las mujeres lo hacemos y eso que estamos sometidas a brutales vaivenes hormonales. Si te gritamos es o porque no nos gustas, o porque no deberías gustarnos.

Pero volvamos a ese amigo tuyo. Una relación es mucho, muchísimo mas difícil de despiezar que un reloj, así que vete a saber cuál es la tuerca que ha fallado. Algo que le dijiste antes de ayer o algo que hiciste hace tres años. ¿Te acuerdas de tu novia, o ex novia, otra vez? Te creías a salvo¿Verdad?

Pues no. Mujeres y hombres. Hombres y hombres. Mujeres y mujeres. Un jaleo delicioso. Ya he dicho alguna que otra vez que nos enfadamos mas cuanto más queremos a alguien. Si no, lo oportuno es que a los 5 minutos de la discusión nos la acabe pelando. ¿Te imaginas no discutir nunca? Yo no. Todos abrazados y diciéndonos cosas bonitas con sonrisas dulces y  ojos brillantes. Que mal rollo. Que no. 

A ese amigo, si le cayeras mal de verdad, ya te la habría jugado de otra forma un poco más eficiente que discutir por quién se comió el último trozo de pizza. Si es que siempre habla de mis relaciones, de lo que hago y de como me peino. Pues de algo tiene que hablarte al final, hombre, que después de varios años la conversación se acaba.

Y hay gente que se aburre un cojón de mono,  a veces más que yo, pero eso es queridos míos un tema del que hablaré cuando tenga tiempo y que titulare ¨ Vamos a rajar de alguien y así ya de paso me siento mejor con mis asuntos¨. 

La conclusión es que se discute con lo que se quiere de una u otra forma. Lo que no se quiere se ignora. Palabra de años de documentos perdidos en un mar de sinsentidos. Y a remar.




viernes, 14 de septiembre de 2012

Siempre nos quedará Valencia.

¨Entre el sueño y la vigilia, ahí quiero quedarme. Donde la realidad y la ficción se solapan como en una fotografía mal hecha¨


Eso último es mío, lo he entrecomillado porque debe tener sus años.  Me lo he repetido tantas veces que me lo sé de memoria.

Pero no venía aquí a hablar de eso. Hoy he paseado por jardines y cauces con mi mejor amiga y hemos hablado ininterrumpidamente durante más de dos horas. Alguien me dijo que las relaciones de pareja se queman si pasan demasiado tiempo juntos y no podría estar mas en en desacuerdo. Yo y mi mejor amiga llevamos viéndonos día sí, día sí, día no desde hace más de veinte años y aún nos queda cuerda para rato. Sé que pensaréis ¨no es lo mismo¨ pero a mi me la pela. Me la pela poéticamente. Una relación es una relación y punto. Si ella puede aguantarme -que no es fácil, a veces pienso que mi propio ordenador se apagaría si pudiera- y yo puedo aguantarla a ella existe una posibilidad.

Aún tenemos ganas de vernos y de hablar de gilimemeces de gran calibre. Cuando éramos jóvenes y volvíamos del colegio nos llamábamos para seguir hablando. Mi madre decía cosas como ¨que tenéis que contaros que no os haya dado tiempo de contaros ya¨ y yo tapaba el auricular y la miraba con indiferencia. No he sufrido la mayor parte de los desvaríos adolescentes, al menos, no de la forma estipulada, pero he de confesar que de la crueldad intergeneracional y la dependecia a la tarifa plana no he podido librarme.

Pues claro que nos enfadamos, como los matrimonios viejos. Una vez discutimos en un viaje de autobús a Roma que duraba treinta y tres horas porque no podíamos soportarnos ni un minuto más. En realidad no recuerdo la mayor parte de las discusiones, sé que nos hemos gritado en medio de la calle, en el colegio, saliendo de fiesta o pasando sueño, pero no recuerdo la razón.

Con el paso del tiempo tus amigos se convierten en tus mejores avales. Yo he tenido la suerte de tropezarme con algunos de los buenos y otros... lo eran.  Eran grandes. Guardo un bonito recuerdo de unos pocos archivado entre el odio y la ternura.

¿Por qué no puede ocurrir lo mismo con las parejas? Antes que nada, tienen que ser amigos y llevarse bien más allá del vino y las rosas. El vino y las rosas son para las fechas especiales y para espacios patrocinados por San Valentín, Papa Noel o cualquier otro mofletudo oportunista.

Ayer hablábamos del matrimonio -huelo miedo, mucho miedo- y un amigo decía que hay que saber valorar todas las opciones. Que no tienes por qué terminar casándote con tu actual novio/a y tendrías que estar preparado para lo que fuera. Creo que se refería a tener aficiones y vidas más allá de la misma relación. Pues bien, me pregunto que van a hacer por ti la flauta dulce, el trabajo, la ginebra o el golf cuando te destrocen el corazón. Cuando rompan, trituren y desangren el amor que sientes hacia una persona como si no hubiera servido para nada.

Que si, que yo también puedo ser fría. Fue bonito, valió la pena, tenía que ocurrir, siempre nos quedará París. Mi vida me ayudó a superarlo. De no ser por la tardes con la pandilla de golf no habría levantado cabeza. Ya he conocido a otra persona.

Pero en caliente, esos meses de aridez, de no saber donde caerse, de asfixia y de dolor, a los que aman de verdad, no se los quita nadie. Y no es cosa que ocurra cada dos meses.

Si yo no he superado la ruptura con algunas amistades, o al menos, no del todo, o soy extremadamente sensible o es que no esta de moda serlo y el mundo finge para confundirme. Finge prisa, indiferencia y cierto humor cínico. Aunque con el cinismo siempre voy a estar de acuerdo.

Y me doy cuenta de que con todo esto parece que en lo que concierne al amor y todos sus primos lo tengo claro. Pues no. Para nada.

domingo, 26 de agosto de 2012

Minor Swing y co.

Estoy escuchando una banda sonora magnífica. Ahora mismo suena una melodía triste que me sugiere una noche de invierno y  una mirada melancólica hacia una ventana, hacia un hogar donde arde un cálido fuego en una chimenea. En su repisa hay una bola de nieve que es una réplica perfecta de la tormenta de fuera. La persona que mira se siente sola y perdida, podría entrar, no quiere y al final se sube el cuello del abrigo y continua su marcha. Ahora mismo suena una parte en la que, por mucho que libere la imaginación, siempre me imagino una olla llena de chocolate derretido. Tiene un punto sugerente entre libidinoso y tierno que no sabría explicaros documentos queridos.

O si, y me da cierto reparo. Nunca lo sabréis.

Antes de eso estaba pensado en ese vuelco que sientes en el estómago cuando ves a esa persona que te gusta. Lo miras de refilón y ahí esta, sonriente, haciendo el tonto, y ¡ay! notas un ligero temblor en el estómago y un inmediato subidón de adrenalina. A mi se me nota mucho más de lo que honestamente me gusta admitir.  Oportunamente me he rodeado de observadores poco avispados. Casi todos.

Pero hay días que el vuelco es un poco distinto. Ojalá tuviéramos un medidor en la palma de la mano que nos dijera exactamente lo que sentimos en cada momento por una persona con solo señalarlo. A mi personalmente mis emociones me llevan de cabeza. Y estoy segura de que el resto de mortales no anda muy lejos, porque cuando alguno me suelta, así a bocajarro y sin venir a cuento que espontáneamente siente X o Y hacia Z me parece que trata de convencerse a si mismo. O es eso o es que yo soy especialmente lenta para los sentimientos, fenómeno que sospecho desde hace tiempo. Amor, odio, cariño, rencor, indiferencia, admiración, tristeza, ternura o asco. Y a ser posible graduado del 0 al 12. Así tendría una estupidez menos en la que pensar y podría dedicarme directamente a cuál es el origen del universo.

Imaginemos que, por ejemplo, tu estás absolutamente convencido de que desprecias a alguien y lo que ocurre en el fondo es un amor7 mezclado con rencor11 y tristeza4.  Por mi experiencia y la de mis fiables contertulios este caso en particular sería muy frecuente. Lo señalas, lo ves en el emocímetro -por ejemplo- y corres a casa a escribirlo en tu diario de pelo rosa.

O quizá en un buen día me cargue el emocímetro en un momento de especial afectación. Mejor no, no sería un buen invento, me daría miedo que alguien lo leyera si me despisto encendiéndome un cigarro o arañándome el esmalte de las uñas. A ver que digo entonces, con lo volátil que soy. Y pensándolo mejor, todo sería mucho menos divertido.










jueves, 16 de agosto de 2012

Sala de espera.

Una de las muchas cosas buenas que tiene el escribir para uno mismo es que te das cuenta fácilmente de cuales son los temas estrella en tu pensadero. 

Hoy me importan ciertas personas que me rodean y a menudo me sorprendo pensando en ellas. Ya he hecho algún que otro cálculo mental para averiguar cuando saldría de cuentas una amiga y de que horóscopo sería el niño o niña -que en realidad no tiene importancia, es simple curiosidad- también he estado pensando en que si es chico habrá que comprar un montón de ropa nueva y luego me he reprochado el pensar que deberíamos regalarle un balón. Toda la vida diciendo que los niños pueden jugar con muñecas y las niñas con camiones y mi subconsciente me traiciona al menor despiste. 

En otro momento he estado pensando en una amiga que es enfermera, quizá porque estaba en el hospital. ¿A ella también le darán escalofríos cuando pincha a alguien? A mi me calambrea el brazo entero y se me queda cuerpo de gelatina derritiéndose. He imaginado que no, sería un problema gordísimo. He pensado varias veces en el Burn y en un simpático grupillo al que inevitablemente relaciono con él. 

Cuando estoy sola y le doy vueltas a la cabeza pienso mucho en la raza humana en general. Cuando no pienso en la gente y despiezo sus comportamientos como si fueran legos me sumerjo en alguna movida metafísica profunda como el origen del universo, los ornitorrincos o que habrá detrás de la nevera. 



No suelo pensar mucho en el futuro lejano pero hoy ha asomado varias veces por mi cabeza como un gato merodeando inquieto. Que impertinente futuro lejano, no quiero saber como será cuando llegue con la lata que me esta dando ya. Y que escribir de la familia, no sé como puedes enfadarte tanto y tan a menudo con personas de tu misma sangre. Yo diría que creo, pero en realidad estoy segura, que los enfados que tengo son directamente proporcionales al cariño. Mi cabezahuevo no entiende, angelico, que cuando  intento estrangularlo es una forma de decirle que le quiero. 

Si me detengo en esto, y puedo detenerme porque hoy los quehaceres van a tenerme en vela, la familia es una cosa curiosa, por lo general los acabas queriendo de cualquier forma, no son como los amigos, o la pareja, que los eliges. No tengo hermanos -y me hubiera gustado, parte de mi excéntrico comportamiento lo debo a horas y horas jugando sola en casa hablando con los peluches- pero me he fijado en tienen ciertas pautas. Quejarse, discutir, defenderse, ayudarse, picarse, protegerse gritarse y volver a enfadarse. 

¿Entonces discutir que es? ¿Bueno o malo? 

Será como todo en esta vida. Todo a la vez. 

lunes, 13 de agosto de 2012

I hope you don´t mind...

Pero me corrijo, por ahora. Mi gata ha apoyado la cabeza sobre mi pierna y ha bostezado.  El respira pacíficamente dormido en el cuarto. Me gusta cuando me mira con esos ojos verdes entreabiertos por la mañana. Estoy hablando con un amigo de esos que te inspiran impulsos homicidas que son los que a mi me gustan. Mundo bueno. Mundo bonito.

Por ahora.

Una noche tonta la tiene cualquiera.

Sin ninguna duda, es de una estupidez incalculable. Una soberana gilipollez.

Queridos documentos de Word, se me queda pequeña la hoja, la memoria y la música. Quizá ahora pruebe con algo instrumental, algo con violines del estilo Requiem for a Dream. O más típico incluso.

No me duermo. Por qué no me duermo. Me tumbo. miro al techo y el circo de genialidades que se agazapa en lo más profundo de mi subconsciente sale a pasear como llamado a filas.  Mi gata duerme. Pablo duerme. Todos ellos ponen la oreja en la almohada y a los 5 minutos se quedan sopinstant. Me pudro de la envidia aquí, perdiendo el tiempo hablando conmigo misma. 

Si tengo problemas me desespero, si no los tengo me inquieto, si tengo pocos los magnifico, y si tengo alguno gordo me asusto. A veces me siento sola,  a veces la gente me sobra y me aburre. Me duelen los hombros y las muñecas cuando tecleo. Solo me apetece escribir. Queridos documentos de Word, no quiero un abrazo, ni una canción, ni un saludo. Solo quiero que las letras salten sobre el blanco como si vinieran de muy lejos, una detrás de la otra, como hormigas saliendo de un hormiguero en fila de a uno hasta que pongo el siguiente punto y a aparte.

Si no hubieran inventado el surrealismo el siglo pasado pensaría que estoy desequilibrada.

Que por cierto, nunca se es lo demasiado racional, acabo de calcular mentalmente en que pico hormonal de mi ciclo femenino me encuentro. Irrelevante. 

Ahora estoy calculando el número de cafés del día. Dos. Insuficiente.

Ningún golpe emocional en lo que va de día. O de cualquier manera ninguno que me quite el sueño. 

Me tomo un sobre de hierro. 

Mejor. 

Yo se que todo el mundo debe sentirse así a menudo, pero lo deben llevar a escondidas los muy cabrones. Deberían crear un club o algo así, lacomeduradetarro.org, por ejemplo. Es una putada, así, como lo he escrito, que la gente sea tan normal, tan dócil y tan pacífica con las imposiciones de la realidad. Es un asco que no utilicen la imaginación, es tan asquerosamente normal que me pudre el ánimo. 

Que si, que hay problemas mucho mas gordos. Pero este es mi reino y aquí vengo a quejarme yo. De crisis y recortes ya se habla todo el puñetero día y, por qué negarlo, la política es de lo más aburrido que han inventado. Con mucha diferencia. Si hubiera unas olimpiadas del aburrimiento la política actual -y eso que la inventaron los griegos, que eran gente muy cachonda- no tendría ni que despeinarse para subirse al podio. 

¿A nadie le ha pasado que se aburre aún cuando no tiene tiempo para ello?  Te levantas, haces cosas, te acuestas, te vuelves a levantar, haces mas o menos las mismas cosas -con ciertas sutiles diferencias- te acuestas. Que decir que un día te mueres. Si, todos. No miréis para otro lado. To-dos. 

Y no voy a entrar en temas más trascendentales que me pierdo.

Y eso que yo estoy satisfecha con mi vida, pero me da miedo, por ejemplo, levantarme por las mañanas e ir en metro a un trabajo aburrido de gente gris hasta las cejas de café. Tiemblo de pensar que algo podría diseñarme para venderme al por mayor con corbata y todos los accesorios. Y eso que soy mujer.
Comer habrá que comer, me digo a mi misma, y a la gente normal les gustan sus trabajos. Los que los tienen de hecho se sienten afortunados -no, no voy a entrar ahí, casi caigo- y muchos se sienten realizados. Encuentra algo que te guste. Haz figuras de plastilina, pon de moda el macramé, ponle un palo a algo, promociona, vende, soluciona, rellena papeles. 

Mi alter diurna me va a dar de palos mañana por la mañana por esta sarta de estupideces. 



jueves, 12 de julio de 2012

Rojo al sur del Albayzín

Las rejas desfilaban por encima de sus ojos. Había perdido.

Era consciente de que debía estar despertando de un letargo producido por algún tipo de droga, apenas si podía levantar los párpados y le ardían los labios.  Aún así, estaba sorprendentemente cómodo. ¨Ya me dolerá luego¨ Pensó arrugando la nariz y ordenando sus pensamientos.  


Pero todo en su interior era lento y frágil, como un barco de papel en un estanque. Abrió un poco mas los ojos y vio las rejas, acercarse y alejarse como si fueran a golpearlo y se arrepintieran en el último momento. Estas eran viejas, no como las otras, algunas estaban oxidadas, o retorcidas. Detrás había una pared blanca decorada con tapices de colores. O alfombras. El blanco brillaba como si en vez de los fosforescentes de una celda estuviera reflejando el sol. Los colores se movían. 

Flores, luces, voces, agua. Las rejas de las balcones y el blanco desconchado. Un mercadillo. El mismo cayendo de una torre. 

Arañó la tapicería del coche. Estaba atado. 

Sabía exactamente donde estaba y a dónde iban y quizá hubiera preferido despertar en la cárcel. 

jueves, 7 de junio de 2012

La Isla.

No os lo vais a creer queridos documentos de Word (Lo se, hace tiempo que no escribía, debería haberos llamado, o algo)  pero necesito ayuda, o, como ha dicho un amigo hoy, necesito ¨verbalizar¨ lo que me ocurre.

No se como explicarlo, pero lo voy a intentar.  Un día, en un momento determinado en un pub, me obsesioné con una canción y no pude encontrarla. Fue escucharla y sentir algo extraño, y pensé que era el momento, que me pillaba algo mas baja de defensas de lo habitual para fijarme en ese tipo de canción,  que yo hubiera llamado de estribillo pastillero.

El caso es que, por una sucesión imposible y absurda he acabado escuchándola en internet. Me he dicho, como cuando ves a una persona en la que llevas pensando varias semanas ¨Vaya! Tu por aquí!¨

El problema es que ahora tengo la impresión de que tanta casualidad intenta decirme algo. Siempre he pensado que el azar es el primo sin estudios de la probabilidad, y a mi los estudios me han demostrado que en la práctica mas estricta no sirven para nada.

Y mira tu. Yo. Que no creo en nada. O precisamente por eso.

A lo mejor la melodía me recuerda algo, hace poco leí algo sobre la memoria musical. Puede que calcule la probabilidad total de haberla encontrado y no sea tan baja. Puede que se me este saltando la cuerda por el ritmo de vida que llevo últimamente y me haya dado, al fin, por rendirme a mis alter-alter.

Al menos aún me queda el suficiente raciocinio como para saber que, si bien, lo que me ha ocurrido es extraño, estoy reaccionando de una manera extrañísima.

Yo siempre un paso por delante de las manías.

También me recuerda a ese ¨algo¨ que pueda tener alguien. Varios alguienes pero con el mismo algo. Como una forma del ser, pequeñita y escondida en algún lugar detrás de los ojos, en la voz, en los gestos, o en las sonrisas. Ese  ¨algo¨ que unas pocas personas tienen en común pero que convergen en la mente de un tercero (yo) dándoles una uniformidad y un sentido.

Que bien me explico a estas horas, caray.


jueves, 5 de abril de 2012

Va por ti.


Estaba preparando algo bonito por tu cumpleaños ¿sabes? algo poético y florido como un poema de Gustavo Adolfo, con liras, besos y muchas cosas bonitas. Como hace mucho que no escribo me estaba costando y lo iba dejando de lado. Yo pienso que si no escribes como respiras es que lo que vas a contar no vale la pena. No lo fuerzes, no lo busques, simplemente teclea como si hablaras contigo mismo. Si te quedas mas de treinta segundos poniéndole ojitos a la pantalla es que, una de dos, o tienes algo más importante que contar o estas engañándote a ti mismo.  Entonces llama tu abuela, ponte a hacer punto, riega las plantas o arma un castillo de naipes sobre el escritorio... porque de escribir nanai.

Y la otra es que, si quieres escribir algo totalmente opuesto a tu estado de ánimo es normal que no encuentres las palabras. Ceniza, telarañas, cuervos y mas cuervos, rayos. Poe patinando sobre un lago de fango congelado.  Esqueletos en fila de a uno bailando la conga.

Y eso tan bonito que te estaba escribiendo se ha quedado dormido en algún lugar de mis brazos. Porque no llega. Ahora lo que me apetece es mandarte uno de esos mensajes que tanto te gustan, los que te desean una tortura lenta y dolorosa por haberme despertado temprano, por haberte olvidado de algo o por haberte dormido.

Porque no te entiendo, y como persona racionable, (al que me corrija lo mato, lo juro) y evidentemente superior que soy, intuyo que es otra vez culpa mía. Que las flores y las mariposas me duran segundos. Pero así te guste, gruñendo a días  y ronroneando a ratos.

Por eso, y porque este es el día que tengo, felicidades. Felicidades por ser  tan leal, tan atento, por tus ojos y por el chocolate. Ayer te dije que me fascinaba, al abrazarte, el querer tanto a algo relleno de vísceras, con sus pulmones respirando, con todas sus partículas ensambladas en tejidos, órganos y neuronas que relampagueando llegan a conclusiones a veces tan acertadas como absurdas, erráticas, o pretendidamente graciosas.

Creo que no entendiste del todo como algo tan sencillo puede removerme tanto. Algo en algún momento tiñó tus ojos de verde ( perdón por la precisión tan técnica del lenguaje) y te dio la voz que tienes. Y aún sin ello te querría. Te querría hasta en un frasco mientras siguieses siendo tú. Y ya no por otra cosa sino que seas tú. En un extremo donde la razón ni las palabras me alcanzan para explicar y en un horizonte en el que ninguna canción me ilustra. Si puede decirse así.

Felicidades si me has entendido. Y felicidades por no cambiar pese a todo. Capullo.

viernes, 2 de marzo de 2012

Otra mañana.

Si es que no puedo evitarlo, se esta poniendo gris otra vez. Sobre este horizonte casi puedo ver una figura volando con un paraguas (imaginadlo mas hacia magritte que hacia disney, por favor) girando sobre si misma y buscando un árbol donde aterrizar. Sopla es viento húmedo y cargado de energía que precede a la lluvia. Ya era hora. Necesito una tormenta en condiciones para aclararme las ideas.

Había intentado escribir algo de tono festivo, prometido, pero si ya me es difícil mentirles a los amigos me es casi imposible mentir sobre el folio. Primero, porque a tu psicoterapeuta, y ya digo que escribir es mi terapia, deberías decirle la verdad. Y segundo y mas importante, porque pienso que no me lee nadie, lo cual es casi, casi cierto.

Hablando de dramas, Nick, Jofiel, Juanma, Max, cualquiera de vosotros, tengo que acordarme de inventar una etiqueta de "La Siniestra Casa de la Pradera, por Tim Burton" o lo que se os ocurra para cuando planeo escribir algo ligero, alegre y superficial y me nacen cuervos y lluvia sobre la ventana.


domingo, 5 de febrero de 2012

Quizá nunca leas esto. Y podrías.

Estoy bastante cansada de sujetar las riendas, de no desbocarme. De clavarme los pies al suelo. De emerger de mis sueños sin aire. De que la bruma del alcohol me inspire ideas sin sentido. De que las melodías me hablen de lo que no me atrevo a reconocer. De ver unos ojos cuando cierro los míos. El mar es profundo y verde.

Estoy harta de trasnochar. De madrugar. De vivir demasiado deprisa para no pensar. De detenerme en la parada de un autobús, o cruzando un puente de metal y cuando el viento me azota en la cara sentir que no puedo con mi alma. De no pudrirme en el humo y quemarme los dedos.
De sonreír en la mesa y de dar otro trago. De no volver a casa. De que la sal me tire en las mejillas. De perderme entre las sábanas.

De no decir. De no tocar. De morderme los labios.

Se me escapa de las manos cada día que pasa.

jueves, 2 de febrero de 2012

La caída de la casa Usher.

Yo, o mi alter alter, no se cuál de los dos, estaba arriba, en el frío cuarto del ático mirando por el tragaluz.

Sobre el escritorio hay muescas, hay fechas y nombres grabados sobre la madera. He estado allí tantas veces que podría reproducirlas a la perfección en una tabla. Un día de octubre en la esquina superior izquierda, una N arañada con furia justo debajo. Un día de Junio en el borde inferior, esa se hizo con cuidado y con una llave. Una A sobre una W casi en el centro. Marcas de lápiz, palabras sueltas. Un 12. Un 9 de picas asimétrico. Un 3 pequeño a la derecha.

Sobre las muescas hay papeles, hay dibujos muy oscuros y de líneas rectas, nerviosas. Hay historias muy cortas y otras sin terminar. Hay fotografías cuidadas, mordidas, desteñidas o manchadas. Hay un folio en blanco que tiene fecha y título pero que no cuenta nada.

Hay un tablero de ajedrez dibujado con tinta negra en la contraportada de un libro de Poe, debajo de una lámina que representa un castillo hundiéndose en un lago. La partida esta casi perdida, pero habrá que esperar.

Quién la jugó seguramente pensó "No vale la pena, pero habrá que jugar hasta el final . No ha sido la mejor estrategia" Quién la jugó sabe que hubo muchas pequeñas decisiones a lo largo de la partida que lo llevaron hasta ahí y aún así, no se arrepiente demasiado. Quizá el cambio de reinas fué brusco, quizá el alfil no mató al peón adecuado. Quizá si necesitaba a aquel caballo.

Quizá no juega bien. Pero juega.

Y ahora mismo, sin que su rival sea ni mínimamente consciente de lo que ocurre, esta esperando a que lo venzan.



En esa habitación no corre el tiempo y las paredes estan desconchadas de sal y humedad.

martes, 31 de enero de 2012

Sobre los recuerdos y la imaginación.




Sé que insisto bastante en este punto, pero es una constante en mi vida. La ilusión infantil y la sencillez de sus anhelos. Ser piratas, espadachines indios guerreros o niños voladores.






Aunque ahora que lo pienso, de mis héroes infantiles uno se escondía en un bosque para no pagar impuestos, el otro se escapó de la cárcel, encontró un tesoro, y se llamó a si mismo Conde. El de más allá era un poeta pendenciero pagado de si mismo y el último se inyectaba cocaína.



Quizá debería dejar de llamarlos héroes.






Aunque dejando a un lado el término, eran buena gente. Simples mortales, personajes claroscuros con sangre, (y algo más corriéndoles por las venas, eran otros tiempos) manías y escaramuzas varias.






Y principios.






Quizá por eso me gustan tanto.






Buena gente señores, si. Buena gente.






A menudo encuentro personas tan serias, (o tan metículosamente chapadas de seriedad), que no se como comportarme. Al llegar a una edad se exigen unas convenciones y unas formas rígidas para comportarse en sociedad, pero es cuando llegas mas allá, al niño que todos escondemos, mas o menos hondo en nuestro interior, cuando conectas en realidad con tus contertulios.






Cuando les pregutas: -¿Y tu, a que jugabas?






-Yo era un soldado romano, de la provincia Cartaginenese. Crucé media Europa en una campaña. Ahora leo libros de historia antigua.






-Yo casi siempre era un pirata. No del todo malo, tenía mi barco, mi cofre y unos extraños modales. Mis películas favoritas son Hook y Piratas del Caribe. Sobretodo la primera.






-Yo me disfrazaba de bruja. O de hada. Ahora me siguen gustando los libros de fantasía pero no te equivoques. No me fio del horóscopo. Me encantaba Sirius Black ¿Sabes quién es?






Y es entonces cuando os reconocéis. Y no hace falta que digáis nada mas.



Aunque esas son las conversaciones que en buena compañía pueden alargarse tanto como una trilogía.















"Antonio Machado llevaba en el bolsillo de su último día un verso que recordaba los días azules y el sol de su infancia. Esa mirada nostálgica a los años de la niñez es un lugar común de la literatura y de la vida. Cuanto más envejecemos, más grato nos resulta el niño que fuimos y perdimos.
Pero quizá esa infancia se aloje hasta el final dentro de nosotros. Quizá sigamos siendo el niño, el adolescente y el joven que fuimos. Porque cada etapa de nuestra existencia reclama un sitio en el presente. ¿Acaso no es placentero sentirse niño por un rato? Descalzarse y corretear a la orilla del mar. Ensayar una voltereta sobre la hierba. Patear las latas y las piedras. Lanzar alto una pelota hasta embarcarla. Cantar a gritos y desafinando aquella cancioncilla con la que acompañábamos nuestros juegos. Saltar a la comba o al elástico. Reírse a carcajadas con cualquier bobada. Son placeres también necesarios. Quien no cuida esa parte de sí mismo, envejece por dentro, de una vejez más cruel e inexorable que la del cuerpo. Sin embargo, esos adultos que se permiten algún capricho pueril, que no se niegan sus propias manías, que conservan o recuperan sus juguetes, sus cromos, sus tebeos, que no se avergüenzan de subir a los cacharritos de la feria o de jugar al trompo y al diábolo, tienen un brillo en los ojos que delata la felicidad.
Mimen a su niño interior cada vez que se les ofrezca la ocasión. Es fácil, es barato o gratuito (esto es importante en los tiempos que corren) y mejora la autoestima. Dedíquenle unos minutos al día al muchachito o la muchachita que se camufla bajo el traje de chaqueta o el uniforme de trabajo. Verán cómo se les asoma a los ojos y a la sonrisa, con la misma luz de aquellos días azules y soleados de la infancia."

jueves, 12 de enero de 2012

Y tu, también.

Me balanceo en una bruma conocida, la que precede al sueño pasadas las 4 de la madrugada. Paseo por una ciudad desierta que respira despacio, adormecida ente luces anaranjadas y halos de vapor. Aquí estoy mas cerca, casi en la frontera, de ese mundo al que viajamos al dormir y que refleja quienes somos y que queremos en realidad.
Casi puedo tocarlo con las yemas de los dedos. Esta ahí, en alguna parte , en el frío que me muerde las mejillas o en el olor a tierra mojada y a humo. Aprovecha para susurrarme ideas que siempre son absurdas bajo el sol, entre café y café, cuando los sueños no son más que recuerdos de una película que vimos siendo niños.
Siento un extraño cosquilleo en los labios.
Ya sabía yo que la rubia me la iba a jugar, he contado cuatro veces un chupito mientras me llenaba el vaso. José Cuervo, dorado y letal. Y yo siempre me lo bebo rápido para que no se le vayan las vitaminas.