domingo, 20 de noviembre de 2011

Prólogo.

Al principio no se veía absolutamente nada, una oscuridad densa me aplastaba contra el suelo, traté de gritar pero no sentía la garganta ni la boca. Llegue a la conclusión de que el accidente podía haberme paralizado y la ansiedad se apodero de mi de una forma tan intensa que supe que no tardaría en perder el conocimiento. Al instante un hormigueo, como una descarga, me trepo desde el pie hasta la clavícula y pude mover lentamente los dedos de las manos y de los pies. Durante los siguientes minutos me esforcé por calmarme y aguzar los sentidos en busca de cualquier señal de actividad a mi alrededor. Seguía escudriñando la oscuridad sin resultado, pero supuse que si hubiera algo que ver u oír podría hacerlo.

Supe que mi corazón latía, pero no podía sentirlo.

No sé cuanto tarde en darme cuenta de que me picaba la nariz y podía moverme para rascarme. No sé por qué me clave las uñas en el muslo para comprobar que sentía dolor.

Grite.

-¿Beatriz?

Claramente, a la derecha. Era Joaquín.

-Pensé que estábamos muertos. –Continuo.

Una luz, cálida y anaranjada, fue aclarando el entorno dejándonos ver formas confusas primero y luego, poco a poco, siluetas de objetos simples como vasijas, platos o botellas.

A Joaquín y a mi nos dolían los ojos pero estábamos fascinados por el espectáculo. Cuando recuperamos el aplomo dedujimos que estábamos dentro de una cueva y que la luz que veíamos era, probablemente, la de una hoguera.

-¿Cómo hemos llegado aquí?

Yo estaba absorta repasando los surcos en la pared de piedra, así que no conteste. Pero desde ese momento empecé a intuir que lo que había ocurrido no tenía una explicación lógica, lo que más tarde nos dio bastantes problemas.

-Bea, deberíamos buscar a los demás.

Como yo seguía sin reaccionar debidamente Joaquín se agazapo y echo un vistazo por encima de la roca que nos ocultaba.

-¿Por qué te escondes?-Inquirí sin demasiado interés.

-Porque no sabemos ni donde estamos, ni con quien.

Si, tenía bastante sentido ahora que lo decía. Aunque lo que mas me preocupaba a mi era que la roca se estaba volviendo de un azul verdoso, reflejando un cuerpo de agua que yo no veía por ninguna parte.

-¿Tú ves un rio o algo que se le parezca?- Pregunté, lo reconozco, un poco ida.

-Joaquín me miró de una forma muy, pero que muy rara. Para estar, con toda seguridad, colocados , se lo estaba tomando con mucha diplomacia.

-Creo que estoy viendo a Roberto.

Me acerque hacia donde estaba con todo el sigilo que pude y lo vi tumbado boca abajo. Apenas una sombra del tamaño y de la constitución de nuestro amigo. No demasiado alto, no demasiado delgado, mas o menos corpulento, pelo negro.

-O también puede ser Max.-Murmuró pasándose la mano por su barba de 3 días.

No, es Roberto. –Dije yo forzando la vista para distinguir el pelo o los zapatos.

Un gruñido disipo cualquier duda. Sonaba tan grave y gangoso que bien podría haberlo producido algún animal.

-Rober, soy yo, estamos aquí. Sigue mi voz.

A lo mejor fue el hecho de que lo dijera Joaquín, pero Roberto no se movió. Tengo que decir en este punto que hubo un tiempo en el que el segundo durmió demasiado poco por culpa del primero. Música muy alta, cantidades nada despreciables de alcohol, pintorescos amaneceres etc.

Acordarme de este pequeño dato me hizo volver en mi, repase mentalmente mi nombre completo, mi edad, mi dirección y mi color favorito. ¿Dónde estábamos? ¿Qué había sido del resto? ¿Estarían todos bien?

-¡Mueve el culo Rober! ¡La pierna!¡Lo que sea! ¡Pero ya! –Grité.

Joaquín me tiro al suelo y me tapo la boca.

-¿Se te ha ido la cabeza? ¡Podrían oírnos!

-¿Oírnos?¿Quienes? –Susurré revisándome las rodillas, me dolían pero no sangraban. Las marcas de uñas en la pierna habían desaparecido.

-Eso es lo importante, Bea, que no lo sabemos. Espero no tener que volver a repetírtelo.

-Pero Roberto no iba a oírnos.

-El plan B era que yo lo zarandease mientras tu buscabas a los demás.

-De acuerdo. Voy a arrastrarme hacia allí, si encuentro a alguien mas levantare la mano.

Luego no entiendo lo que nos paso que permanecimos en silencio, inmóviles, un rato mas. La cueva olía a lluvia y a menta fresca. Era reconfortante. Gotas de agua helada me caían sobre el hombro.

Ya sabía yo que había agua.

-Vamos. –Dijo Joaquín poniendo un pie en el suelo.

Llegué hasta una zona aún mas oscura y escudriñe a mi alrededor. Me pareció ver un animal muy peludo y pequeño a mi derecha así que me pegue a la pared de la izquierda y continué. El paso era muy estrecho y apenas había espacio para ponerse de pie.

Cuando me creí lejos de las luces me incorpore. Necesitaba una pequeña fuente de luz así que pensé que podía iluminarme con mi mechero. Hurgué en el pantalón y saqué un mechero desconocido, negro y achatado como un mejillón. Seguramente se lo habría robado a alguien. Me solía ocurrir.

Tarde en darme cuenta de que la luz que proyectaba no era normal, se encontraba, sin definirse, entre la del fuego y la de una pequeña estrella.

Sigue con lo que estabas haciendo, pensé. Es posible que haya alguien herido muy cerca, no te distraigas. Del techo caían pequeñas gotas que brillaban como perlas, las oía salpicar contra el suelo a cada paso. Un bulto yacía unos pasos por delante, encogido como un niño asustado.

-¡Eh, eh! –Susurré acordándome de Joaquín. -¡Despierta!

No sabía quién era pero estaba claro que estaba dormido.

Me acerqué un poco más y note que el terreno se volvía fangoso ¿Desde cuándo estaba descalza? A escasos 20 metros el lodo me llegaba por las rodillas y me costaba cada vez más avanzar.- ¡Eh! –Insistí. -¿Me oyes?¿Quién eres?

Distinguí a Ismael, vuelto de cara hacia mi y con los ojos cerrados. Tenia el pelo mas castaño de lo que recordaba y parecía un par de años mas joven.

-¡Isma! ¡Despierta! No se a quiénes tengo que buscar … ¡Menos mal que te he encontrado! ¡Ayúdame!

El cuerpo se iba hundiendo lentamente en el barro y yo notaba como me hundía también.

-Esta bien, te sacaré de ahí. –Murmuré para darme ánimos.

Traté de hundir los dedos de los pies a ver que ocurría, esperaba encontrar roca y me sorprendí al perder el equilibrio. Me giré para ver cuanto había avanzado y no alcancé a ver el otro lado. No había un solo lugar donde agarrarse.

Mantuve el mechero en alto y seguí avanzando, que mas daban unos metros mas. Cogería a Ismael y lo arrastraría de vuelta.

Pero de Ismael solo quedaban los hombros. Cuando el fango toco su pelo empecé a gritarle y a agitarme desesperadamente sin resultado. Iba a ahogarse.

-¡Joaquín!

Todo sucedió muy rápido. Yo también me hundía. Unos pasos retumbaron en todas direcciones y al momento alguien estaba nadando hacia mi.

-¡No, no llegues hasta aquí!¡Lánzanos algo! ¡Es un pantano!

Pero era demasiado tarde, Roberto llegó hasta donde yo estaba anclada, me miro y supero con facilidad mi posición. Había visto a Ismael Iluminado por mi mechero y no necesito hacer preguntas. Tenia ya casi toda la mandíbula sumergida.

Cuando calculé que no iba a llegar a tiempo para rescatarlo se me hizo un nudo en la garganta. Iba a ahogarse. Aquello no podía ser real, no podía pasar. Era un sueño.

El lago empezó a burbujear como si el fango hirviera y el techo tembló con un estruendo ensordecedor. Me abalancé hacia delante aprovechando el movimiento y agarré a Roberto del pie. En cualquier momento me despertaría, todo se ensombrecía.

-¡Coge a Ismael!

Pero ya estaba completamente hundido. Roberto rebuscó a su alrededor gritando su nombre. Jamás había oído la desesperación en su voz.

-¡Agarraos!

Joaquín estaba a pocos metros por detrás de mi y me lanzó una cuerda. Sin pensarlo me aferré a ella con la mano que sostenía la luz y nos quedamos a oscuras. La cueva estaba a punto de hundirse, me aseguré de no soltar a Roberto y nos arrastramos hasta la orilla, cuando pisamos tierra firme echamos a correr los tres. Solo los tres.

Hasta que vimos el sol.

Tardamos mucho en acostumbrarnos a la luz, pero cuando pudimos echar un vistazo entre los párpados entrecerrados nos falto poco para volver a desmayarnos. Tengo que reconocer que estaba tan asustada que me temblaban las rodillas.

-Entonces, el ha… ¿desaparecido?-Joaquín se limpió el barro de la cara y nos miró con curiosidad.

Primero pensé que Joaquín no había tenido tiempo de asimilar lo que había ocurrido en el lago pero al no percibir dolor en sus gestos me inquiete.

- Se ha ahogado. Esta muerto. –Gruño Roberto en un tono casi inaudible. Apretaba la mandíbula y daba la impresión de que le costaba mantenerse en pie.

-No, no. Ha desaparecido en ese fango. No ha muerto. Es distinto.

A mi me pareció que tenía mucho sentido así que mire a Roberto invitándole a que lo discutiera.

-Veras Joaquín… no puedo creer que este haciendo esto… -Se sentó en el suelo de ceniza blanca y cogió aire- Cuando una situación, como por ejemplo la de estar sumergido, te impide respirar durante un intervalo no demasiado largo de tiempo, mueres por la falta de oxígeno.

Si, eso estaba claro, lo habría sabido explicar hasta un niño de 5 años.

-No tienes razón.

Roberto no contestó, miraba hacia el suelo y respiraba entrecortadamente. Joaquín se quitó la chaqueta y la examinó. Estábamos los 3 cubiertos de arena.

-Mira, ahí esta Diana.

Fue escuchar su nombre y dar un salto de emoción. Mi amiga desde la infancia estaba allí, claro, que ella venía en el coche con nosotros… ¿El coche?

Cuanto tiempo sin verla.

Corrí a abrazarla.

-¿Dónde os metéis? – Preguntó devolviéndome el abrazo.-Hace un día estupendo, estamos tomando el sol debajo de esas plumas.

-Veras.-Roberto se levantó. -Ismael…

-¿Tenéis un cigarro?

Joaquín sacó una pitillera del bolsillo de la chaqueta y yo hice ademán de pedir uno mientras sacaba mi mechero-mejillón. Era una fumadora, ahora lo recordaba. No entendía como no había caído antes. Esperaba que el mechero funcionara porque se había dado un buen chapuzón.

Funcionaba.

Exhalamos el humo los 3 y nos quedamos callados. Entretanto Roberto nos miraba con una expresión muy parecida al asco.

-Si vas a ponerte así cada vez que fumemos me largo a otra parte.-Diana era así, cortante. Y era peor si había dormido poco.

-Ismael ha muerto, ¿Cómo podéis…?

-Ismael esta allí, ¿No lo ves, imbécil?

Estabamos aún tan cegados por la luz del sol que no nos habíamos fijado en el grupo de personas que jugaba a las cartas bajo un árbol de tronco oscuro, nudoso, y con plumas blancas en lugar de hojas que se mecía suavemente unos metros mas abajo.

-Ya decía yo. –Joaquín palmeo a Roberto en la espalda y fue a saludar a los demás.

Roberto parecía haber entrado en estado de shock así que entre Diana y yo lo arrastramos detrás de Joaquín. Cuando recuperó el color se abalanzó encima de Ismael. Todos debimos pensar que era tierno porqué se nos colgaron unas enormes sonrisas lobotomizadas. Yo me alegraba mucho de haber encontrado a Ismael vivo, aunque en el fondo ni por un momento me había planteado seriamente que no lo estuviese.

-No me digas que pensabas que había muerto, Rober. –Joaquín le había contado la historia, hasta la parte de la cuerda y del derrumbe. -¿Y los demás que hacíais para llorarme?¿Fumar? Os juro que si estiro la pata y lo primero que hacéis es fumar volveré de la tumba con sed de venganza y no volveréis a encontrar un mechero en vuestras tristes vidas.

Nos pusimos a jugar a las cartas y enseguida se nos olvidó el incidente. Entonces ya estábamos casi todos. E incluyendo a Lucía y a Max que habían ido a explorar el terreno, ya éramos siete. Así que imagino que ha llegado el momento de hacer las presentaciones.

Veréis, nosotros éramos un grupo de amigos mas o menos bien avenido, mas o menos típico y estábamos mas o menos metidos hasta las orejas en los mismos problemas existenciales en los que estaban metidos los jóvenes de nuestra edad. Teníamos por aquel entonces entre 20 y 30 años, esa maravillosa década de la vida en la que todo son cimientos de poliexpan, perdidas neuronales y esfuerzos infructuosos por agarrar de los cuernos un futuro que nos pegaba olímpicas patadas en el culo.

Los había que ya lo tenían todo controlado, pero como no tardaron en comprobar, es más fácil que tus planes no salgan como esperabas que freír un huevo.

Esa madrugada estábamos Joaquín, un barbudo trasnochador, Ismael al que algunas veces llamábamos capitán no recuerdo bien por qué. Lucía, su novia , una muchacha encantadora que sabía curarnos las heridas y frenar nuestros impulsos autodestructivos y Max un funambulista algo misterioso. Los que estábamos, pero menos, éramos Diana, rubia con tirabuzones , delirios de princesa y muy mala leche, Roberto al que no le gustaba que a las leyes mas esenciales de la física les diera por tomarse unas vacaciones y yo, que describo de pena pero que me esfuerzo mucho. De veras.

Aún así yo tenía la impresión de que faltaba mucha gente, pero me tocaba tirar a mi y, es sabido que una partida de cartas requiere la mas sacrificada de las concentraciones.

martes, 1 de noviembre de 2011

Why don´t you teach your heart to feel?


No es que no me hubiera dado cuenta hasta ahora, es que no había pensado en ello. Soy de lo mas egoista con esto, pudiendo hacer algo útil ( y Dios sabe que, cosas útiles por hacer hay a patadas) me dedico a automandarme mensajes encriptados, a elaborar recuerdos y a pasear a mis personajes sobre el folio.

(Señor, mi gata esta en una postura que Goya no hubiera rechazado retratar, le voy a hacer una foto ahora mismo, voy cerrando el inoportuno paréntesis porque luego no recuerdo por donde lo he dejado.)

Ah, si, a lo que iba, señor psicoterapeuta de 18 pulgadas. Ultimamente no dejo de pensar que he leído demasiado poco en mi vida. A libro por semana ahora habría podido leer unos 1200 libros y pico. Eso es un buen puñado de jugosa información.

Y no me refiero solo a académica, yo aprendí mucho de las consecuencias de la Revolución Francesa con Valjean, de la Inglaterra Isabelina con Holmes, y con Reverte.... que decir de Reverte. De ese hombre aprendo con mirar su foto.

Ultimamente me he dado cuenta de lo introspectivo de mi actividad. En un mundo tecnodependiente en el que a pesar de todo me incluyo, escribir para uno mismo empieza a parecerme excéntrico.
(No me quejo, de hecho, en este mismo instante entre las 2 y las 3 de la mañana, estoy molestando a un desgraciado gracias a los estupendos recursos de la mensajería instantanea gratuita. Juas.)

Que no me sienta realizada no quiere decir que no resulte práctico y divertido, para mi la tecnología es como mi vieja consola de tetrix o un libro de crucigramas, puedo vivir sin ella pero si la encuentro me voy despidiendo de cenar antes de las 11:30. Si, señor psicoterapeuta de windows, anótelo en su block de notas. Seguro que eso significa algo.

Quizá a veces me gustaría mi alter-alter que me escuchara en vez de hacerse sandwiches de anchoas en el sofá. Voy a registrarme ahora mismo en milanuncios.com "Se busca ego afín a mis comeduras de tarro, trasnochador, indisciplinado, creativo y cafeínomano. Raro es su acepción mas subjetiva. Que viva a caballo entre el mundo que pisa y el que sueña. Remuneración a discutir. Incorporación inmediata."

Vereis, documentos de word, me temo que otra vez me voy a curarme en salud de mi agorafobia latente y voy a descartar la idea de madrugar. Es un mundo demasiado grande y demasiado malo para mi. Por último tengo que decirle que siempre he vivido con la idea de que, por hacer lo que me da la gana, tengo tiempo de sobra para arrepentirme bajo tierra. Nuestras vidas son rios, ya sabéis. Allegados son iguales. Aprended un poquito de mi. Coño.


¿Por cuanto me va a salir esta sesión? ¿Nada otra vez? Gracias. Muy amable.
Ya nos conectamos.

jueves, 27 de octubre de 2011

Siempre a estas horas, cuando doy vueltas en la cama y no puedo dormirme. Siempre pasada la medianoche, como una réplica, algo me empuja hacia el ordenador y me hace buscar una canción de orquesta. Siento una extraña melancolía, entre alegría y desazón, de navidades que nos hacen recordar tiempos mejores, de luces en las calles, de calida ilusión, de 6 años y medio.

Siempre de noche y en silencio la memoria se conjura y me devuelve allí, o aquí. El pasado es a veces tan poderoso que puedes volver al 2007 escuchando una canción y sentir lo mismo que sentias entonces, aunque solo sea durante 4 minutos y 48 segundos.

¿Nadie dijo nunca que lo que aprendemos de los errores luego no nos sirve para nada? Se estaba bien, a gusto y muy tranquilo, al filo de cometer el error. Como un gato aovillado bajo un edredón pegado a la estufa, ronroneando indeferente a sus bigotes a punto de chamuscarse.

Tengo ganas de hablar con alguien, pero ya no es lo mismo. Ya nunca será lo mismo. Es curioso como las personas que me han roto en pedazos nunca han sido amores, lo que me lleva a considerar cuanto quise yo, en el caso de que alguna vez quisiera. Antes, allí. O aquí. Depende de la canción.

martes, 3 de mayo de 2011

El sueño vertiginoso.





-No te preocupes, siempre he querido ver un quirófano por dentro.

Pero a ser posible no en la mesa de operaciones, en fin, eso me lo callo.


Bien, ya ha pasado lo más difícil, ya me he despedido sonriendo y han cerrado las puertas. Por favor, no llores, no llores, a lo mejor pones nerviosos a los enfermeros y lo último que quieres es que se pongan nerviosos. ¿Habrá algún estudiante en prácticas ahí dentro? Espero que no, yo necesito profesionales en números verdes, con décadas de experiencia y un pulso de telecupón. O eso o mis amigas, que para algo se están dejando los sesos en esta rama. Que sufran.


Conforme me van atando a la camilla noto como se aceleran mis pulsaciones. No, no quiero que me duerman, ni hablar. Cuando me duerman podrán hacer lo que les de la gana y yo no estaré ahí para verlo.


Una enfermera se acerca y me acaricia la mano.


-¿Estás nerviosa?

Tardo unos segundos en contestar, que clase de pregunta es esa?

-Un poco.


No, no estoy nerviosa. Estoy aterrada. Lo que más me apetece en este momento es levantarme de aquí, salir corriendo por mi propio pié y dejaros con cara de pasmaos… pero como soy una chica educada me controlo.


-Es normal.


Le contesto con un suspiro mientras terminan de asirme, seguro que es para que no me caiga pero ¿por qué me colocan así, con una extremidad para cada lado? Parece que este rota (pulsaciones acelerándose). Ahora me están asegurando un brazo con velcro y poniéndome la vía, estoy tan asustada que apenas me duele. Hace demasiado frío aquí y yo solo llevo un camisón azul, de algodón, que me ha prestado mi madre… se lo compré por su cumpleaños.

Me pongo a temblar incontroladamente.


-Te vamos a dar algo para que te tranquilices.


Supongo que lo harán con todo el mundo.


Me abstraigo y empiezo a curiosear la labor de quirófano. Mi cirujano se esta lavando las manos y pasa a mi lado sin hacer ninguna señal. Si yo fuera cirujano sonreiría y diría unas palabras de aliento. Un ¨nos hemos equivocado con tu historia médica, no hay que operarte¨estaría bien. Ahora están colocándome una lámpara encima que parece una antena parabólica y a mi derecha veo una bandejita plateada con instrumentos quirúrgicos.


Y es justo entonces, cuando todo mi autocontrol y mi humor se derrumba y deja paso al miedo que hasta ese momento solo atacaba a punzadas y se batía en retirada. Un miedo oscuro, desesperado, que me obliga a respirar hondo y a repetirme varias veces que eso no me está pasando a mi, que soy una simple espectadora… Pero no hay vuelta atrás, una serie de imágenes angustiosas pasa por mi mente y me quedo paralizada en la mesa como si un peso invisible me aplastara. Yo ya intuía este miedo, se había presentado con nombre y apellidos pocas horas antes, pero ahora que lo tengo cara a cara no puedo soportarlo.


-Te vamos a poner la anestesia.


¡Habla maldita sea! ¡Di ago!


-Bien.


No llego a ver como enganchan el gotero pero lo presiento a mi izquierda, no te duermas, ten un pensamiento alegre, aguanta, no te duermas, calor, no cierres los ojos, más calor, piensa en todo lo que hay fuera de aquí… todo se vuelve denso. Piensa en…


Pero me duermo.


martes, 5 de abril de 2011

Frank Murray


¨La primera vez que le hagas el amor a tu princesa, vístete de negro. No me preguntes porqué. Simplemente hazlo, confía en mi. Regálale anacardos y gominolas. Pasarán miles de horas sin que te des cuenta.

Si eres capaz de sobrevivir a ese inexplicable momento, si consigues que tu princesa pronuncie esas terribles sílabas que todo lo explican, conocerás el maravilloso secreto que mueve el mundo y aprenderás a pronunciar bellas palabras en un idioma desconocido.¨

lunes, 28 de marzo de 2011

Boy, why are you crying?


Es muy tarde y no debería haber visto Peter Pan, debería estar durmiendo ahora y no mañana mirando a través de una pared, pensando en los romanos, sus guerras y sus circos, como hoy. Mañana es necesario que este alerta, despejada y trabajando con mis cuatro sentidos sobre la mesa. Y digo cuatro porque desde siempre he sabido que no tengo mucho tacto.

Pero hasta que punto es necesario?

Y estaba recordando...
...los cuentos, y las noches en que dejaba las lamparillas encendidas y miraba al cielo con aquella valiente inocencia del niño que sabe que todo es posible si abre su ventana y espera.
Entonces, antes del sueño, la magia ocurre, y entre las olas aparecen lunas submarinas de otros cielos más profundos, de lugares muy lejanos donde viviste y soñaste mil veces. Allí hay sirenas malvadas, espadachines leales al rey, poetas guerreros de nariz ganchuda, niños que vuelan, ingenios con corazón y manos de tijera.

Allí hay niñas que aún están decidiendo si crecen o no, que miran al cielo sobre algún tejado y tratan de separar la frustración, la responsabilidad y las limitaciones de la razón de las quimeras o los piratas.

Y entonces lo entiende, ya no es necesario crecer. Los niños se enfrentan a los piratas en Nunca Jamás para aprender a superar desafíos mayores. Ahora hay otros malvados con otros nombres, es el tiempo que pasa disfrazado de cocodrilo que se ha tragado un reloj, es la vejez. Es el amor y no un dedal, el mayor de los desafíos. Ya no hace falta crecer...

Los niños perdidos están malditos porque siempre serán niños allí. Y no les importa estar incompletos.

Quizá vivir puede ser la más grande de las aventuras.



http://www.youtube.com/watch?v=1adnfIBOYeE&feature=related

-Peter. You won't forget me, will you?
- Me? Forget? Never.
-Will you ever come back?
-To hear stories... About me.

Y por último esta el beso.

sábado, 12 de marzo de 2011

Las leyendas y las rimas.


Como venía diciendo, él allí tiene otro nombre y otro plan. Pero los mismos ojos. Unos ojos que da vértigo mirar en este lado y en el otro.

Se quita la máscara de metal y, acuclillado al lado de uno de los ángeles que custodian el edificio de correos, observa Valencia dormir bajo sus pies. El no sabe quién es, ni porque se siente tan frustrado. Alguien le ha encontrado un nombre y una voz y lo ha determinado para que sea el malo de este cuento.

El no sabe que no muy lejos de allí, en una habitación pequeña y desordenada, esta durmiendo.


Salta hacia la plaza y al caer no se hace daño, hunde los pies en un río de agua fría que baja por la calle y avanza despacio. Todo a su alrededor es tan familiar... los quioscos de flores, los edificios tristes, desteñidos, brumosos...

En ese momento un libro de tapas arrugadas, se desliza de entre sus dedos y cae a un lado de la cama. Rimas que se rompen al tocar el suelo.

Sigue andando y da un paso... y otro... ¿dónde esta ella, el sueño, el imposible? El creía que la reconocería al verla, su Irene, su Doña Inés, su Roxanne... ¿podía ella sonreírle detrás de tantos rostros?

-Ella no existe -Le dice una voz entre las aguas. - La única promesa que vas a arrancar de este mundo es la de la burla. Nos hacen creer que el gran amor llegará para someternos, como a ovejas apacentadas de espinas y hierba seca.

El se pregunta que debe hacer entonces, si todas ellas querían engañarlo, vagos fantasmas de niebla y luz.

-Tú ya lo sabes.

Y da un paso... y otro...


¨Las aguas saltaron en chispas de luz y se cerraron sobre su cuerpo, y sus círculos de plata fueron ensanchándose, ensanchándose hasta expirar en las orillas.¨


lunes, 7 de marzo de 2011

Yo, que sospecho tantas cosas.

"El mundo nunca es suficiente." 15 de Feb de 2010, a las 13:22

Frase lapidaria, sentenciosa -sospecho que me acabo de inventar una palabra, aplausos -que recoje en si misma lo que muchos polvorientos manuales de sociología no han sabido identificar. Nunca es suficiente. Nunca. Si piensas que alcanzarás la realización suprema cuando todos tus anhelos lleguen a buen fin te equivocas. Miserablemente. No puedes alcanzar el horizonte.

Siempre faltará algo, como en una broma burocrática en la que necesitas las tres últimas cifras del D.N.I de tu bisabuela por parte de padre. Y cuándo las tengas, certificado de defunción de tu primera tortuga-independientemente de si has tenido o no tortugas en tu vida-.

Pensé que era mi obligación revelártelo... Mis saludos.

jueves, 24 de febrero de 2011

Certezas Contradictorias (Segunda Parte)


Si de algo puedo presumir es de recordar casi cualquier cosa que escribo,
Y eso, desde que aprendí a teclear a una velocidad mas o menos respetable, es mucha información.
Entiéndase que me estoy refiriendo a lo que escribo con carácter lúdico-festivo, si recordara todos esos apuntes que he tomado ... en fin. Sería como uno de esos genios que recuerdan las portadas de los periódicos desde que Gutenberg inventó la imprenta.

Nota: Cualquier parecido a una referencia histórica real es absolutamente accidental, no lo tomen en cuenta, no lo memoricen, y sobretodo no mencionen en sus cenas semiformales que Kurt Cobain, Gorbachov y Dostoievsky eran las estrellas del lago de los cisnes.

Es por eso que ya recuerdo haber utilizado este título para un tema más o menos parecido. Siempre me ha inquietado el hecho de saber algo con absoluta certeza y por otro lado llegar a una conclusión indiscutible totalmente contradictoria. Suena a trabalenguas con trasfondo platónico pero no lo es y tiene su explicación en la volátil naturaleza humana, sus dobleces y en como filtramos y hacemos nuestra la verdad absoluta, esa perra inalcanzable.

Voy a poner un ejemplo, tu te sientes eufórico y a la vez estás asustado, tu huyes hacia lo que te aterroriza. Tu, simple mortal, hundes barcos en las nubes y ves lunas bajo el mar. Tu te enfadas con un familiar o con un amigo, gritas, odias, y sigues queriendo a la vez.

A ti te pueden atravesar la mano con agujas y puedes ser feliz, mientras te duele, solo con leer unos labios. Puedes decir que no vas a compartir tu manzana mientras compartes tu manzana.

Y pienso que en el fondo las certezas contradictorias son lo más verdadero y lo más lógico que tenemos, aunque suene extraño.

Pd. Es una trampa. Si. Va por ti.

domingo, 13 de febrero de 2011

19 Noviembre de 2006

"Nadie podrá asegurarnos nunca que los sueños solo son eso, una segunda vida sin sentido que transcurre mientras dormimos, una tierra de nadie de la que no todos queremos volver.

¿Y si la auténtica vida fuera la que soñamos y perdemos al despertar? ¿Y si lo que nosotros llamamos vigilia no es más que la sala de espera de la inconsciencia? Nada en el mundo tendría ya importancia, la trascendencia sólo sería una palabra larga que encajar en los crucigramas de los periódicos.

¿Quién no ha dudado de un sueño? La razón nos hace creer que solo son cortometrajes para entretener nuestro descanso. Reflejos imprecisos en los charcos que quedan tras la vida, de lo que querríamos que fuera y no ha sido, de lo que ha sido también y querríamos olvidar.

Los sueños están subtitulados, son mudos, el guión se escribe conforme las horas van pasando, no hay tiempo ni espacio. No hay límites.

En un sueño no hay moral, no hay orden ni gobierno, no hay instinto ni necesidad, no existe el cuerpo y el deseo vuela sin miedo a despertar. Pero despertamos, nos levantamos y dejamos de recordar...

Los soñadores son aquellos incapaces de admitir que los sueños... sueños son, y que los actores de las obras de teatro también preparan la cena en el microondas porque han llegado tarde de trabajar. Los soñadores hablan sin decir mucho porque creen que nadie puede entenderlos, con esa suerte de ignorancia de la que beben los que se piensan diferentes."

domingo, 6 de febrero de 2011

Nuestras 100 historias.




Yo quería hablar de algo (como terapia es asombrosamente barato y eficaz venir aquí, y además el transporte me sale por dos duros) pero he debido despistarme entre divagación y sandwich de queso. Me suele ocurrir.

El caso es que hoy tengo el día introspectivo, no en el sentido callado y taciturno, no. Me refiero a que hoy, pasada la medianoche, he buceado más profundo de lo habitual en mi superpoblado y colorido imaginario personal.

Una guitarra, una melodía conocida, la luz del flexo se diluye en un naranja acuoso de farola. Es de noche también allí y estás de cara al cauce del Turia con los piés en un charco. Oyes pisadas apresuradas sobre los adoquines del casco antiguo... ha cogido carrerilla para asaltarte. Luego el temor paralizante mezclado con la emoción de que te abracen por detrás con tanta fuerza que des con tus dientes contra el suelo. Maldito Airam.

Y El esta también allí, con otro nombre y otro plan, pero con los mismos ojos. Lleva una máscara de metal y un grabado de Gustave Dore que, por supuesto, no le pertenece.

Crees que eres Angel, estás casi segura. O a lo mejor eres Silvia Beltrán que se ha saltado un capítulo y le gustan las greguerías . Ojalá les escribieras tu a ellos y no ellos a ti, que hay días que no sabes ni de quién es la voz que suena cuando hablas.



domingo, 16 de enero de 2011

Creo que fué Mufasa (toma ya) quién dijo aquello.

Me doy perfecta cuenta de que este año no he hablado de la nochevieja.

Quizá esa noche tuviera otras cosas que pensar lejos de los derroteros literarios, y sé que por mucho lirismo o metáfora mal disimulada que utilizara era una bomba de relojería punta. Una bomba de relojería frente a mis desproporcionadas y curiosas naricitas.

Mejor lo dejo todo, pensé, en el seguro y bien abonado campo de mi subconsciente... pero si algo patológico tiene el escribir es la imperiosa necesidad de contárselo todo a una superficie en blanco. Me parece que a estas alturas mis documentos de word pueden conocerme mejor que la gran mayoría de personas que me rodean.

Y es preocupante eso que he escrito, pero repito, el negro sobre blanco me acelera las pulsaciones como uno de esos pretendientes torpes y pícaros de mis años mozos. Por muy pueril que parezca no puedo resistirme, es ver un teclado y pierdo los papeles, si puede decirse así.

El caso es que ha pasado un año más y ya pisamos el 2011, a mi cada vez que lo pienso me parece rarísimo. ¡2011, ya estoy aquí! Y en una situación en la que no esperaba encontrarme, con El sujetándome el abrigo a la entrada de un pub donde esperaba encontrar tabaco ¿No es desternillante queridos documentos de Word? Toreando en esas plazas, con lo que yo era... y tan feliz de sumergirme en innumerables topicazos como si una parte de mi siempre hubiera estado preparada para ello. (Esa parte de mi fue a una escuela nocturna y se sacó un master, si no, no me lo explico).

Sin olvidar esos molestos contratiempos con los que el 2010 me ha puesto a prueba. Puedo con todos, claro que puedo. Pero aprendí el valor de aquello que siempre había estado en un modesto segundo plano porque nunca lo había echado en falta... y me refiero a la capacidad de estar en la situación de hacer lo que quisiera cuando quisiera sin ponerle peros al futuro. Quizá tenga suerte, quizá no. No lo se. La simple duda como condición indispensable es algo tan aterradoramente humano que aún ahora se pone la carne de ave de corral. Los jóvenes pensamos que somos indestructibles y no. Nos equivocamos.

Y por lo demás ni me molesto. Lo dejaré por el momento en los trasteros del 2010, donde seguramente sea bastante más productivo.

Otra cosa, ganas, ningunas, de hacer propósitos de año nuevo.

domingo, 9 de enero de 2011

Rescatando el dato.

¨Mayo 2009...¨

Vamos tan rápido que a pesar de estar alarmantemente adormecida noto el bache. Y menudo bache. Alguien ha tomado demasiado café esta mañana.

Casi siento alivio al posar mis pies en asfalto firme. Yo estaba dándole vueltas a algo pero he debido perder el hilo en alguna de las curvas del último tramo –mientras otro subdepartamento de mi psique trata de recordar si ha apagado convenientemente el hornillo antes de salir- me esfuerzo para rescatar el dato, pero es demasiado temprano. Si tuviera un montón de algodón de azúcar en lugar de cerebro el resultado sería el mismo.

“Dejémoslo. Si se me ha olvidado no debía de ser algo importante”.

Es la última vez que utilizo esa frase. Lo juro sobre la alfombrilla de mi ordenador que es el objeto no blasfemo que tengo mas a mano. A partir de ahora dire “Si se me ha olvidado es que era absoluta-y-necesariamente-imprescindible” para no faltar aún mas a la verdad. Cuando mis perezosas dos neuronas han tenido a bien comunicarse entre ellas me han temblado las rodillas. Y a mi no me tiemblan las rodillas. Jamás.

(En realidad ya me han temblado las rodillas en capítulos anteriores, pero con tan poca frecuencia que tomaremos “Jamás” por buena al ser el 0,000…1 el primo educado del cero absoluto.)

(Por cierto, algún día tendré que hablar de mi ley del 0,000…1. Que no se me olvide, es de vital importancia que la chusma de ciencias se desengañe de ese absurdo matemático que es la probabilidad.)

Continuo; yo bajaba del autobús habiendo desayunado cereales de chocolate y con una idea más o menos precisa de lo que podía esperar del día cuando caigo en la cuenta de que tengo horchata en las venas. “Vamos Elena, déjate llevar por una rabieta, sabes que lo estas deseando, pega una patada en el suelo y berrea como una criatura. Quieres tu osito, un cola cao y un hombro superabsorbente en el que moquear. Exige todos y cada uno de los clichés prescritos para este tipo de situaciones, caray, que también tienes tus altibajos como el resto de mortales sentimentaloides. Aunque no lo reconocerías ni con un arma en la nuca tu lloraste viendo Un Paseo Para Recordar.”

Y todo esto a sabiendas de que soy más que capaz de programar una pataleta de grado 4 a la hora del café, con una media de 22,5 convincentes improperios por minuto y eficientes sollozos a cada palmadita en la espalda. Vamos, que si lo pienso hasta lloro. Y todo eso sin despeinarme

Viva la improvisación.

Eh, a la mierda. Puede que no sea el paradigma de la emotividad pero es la forma de serie que tengo de exteriorizar mi escurridiza vida interior. Tiene gracia, la mayoría de las personas que conozco deberían estar totalmente centradas en sus estudios pero pongo la mano en ese hornillo que no se si he apagado a que todo es una farsa. Esas mismas personas levantan la cabeza de sus ladrillos de 3000 páginas y piensan en sus respectivas complicaciones cotidianas.

Atreveos a negarlo.